Desde el momento en que Lev Leokov ve a la joven mujer ocultándose detrás de su pelo en medio del club de caballeros, no puede quitarle los ojos de encima.
Por primera vez en su vida, se siente afectado. Después de haber escuchado durante toda su vida que no podía procesar o entender las emociones, lo consideró un gran problema. Cuando Mina Harris es atrapada in fraganti con una cartera que no es suya, se hace pedazos. Está cansada, sola y no ha comido en días.
Lev le ofrece un ultimátum... Una agradable cama calentita, una comida caliente y un trabajo, o la
policía.
Mina toma su oportunidad con Lev.
Después de todo, una persona sin nada no tiene nada que perder.
Nas
Nastasia Leokov ama al mejor amigo de su hermano desde el mismo momento en que lo conoció. Comprendiendo que para Viktor Nikulin nunca será más que un tesoro que custodio, Nas oculta sensatamente sus sentimientos. Pero cuando toma la audaz decisión de besarlo, todo cambia.
Ese beso. Ese beso caliente, explosivo, que lo consume todo.
Persigue a Vik. Y de repente, Nastasia Leokov no es sólo una princesa adolescente de la mafia.
No.
Ella es suya. Sin lugar a dudas. Indiscutiblemente.
Una conexión inquebrantable. Una relación oculta. Toda una vida de primicias.
Y, sin embargo, algo falta.
Nas anhela desesperadamente la única cosa que Vik nunca le ha ofrecido.
Su corazón.
Vik
Viktor Nikulin sólo tenía doce años cuando conoció a la princesa de la mafia de sus sueños. Desde el mismo momento en que ella le arrojó una piedra entre los ojos, haciéndole caer de rodillas, su corazón le pertenecía a ella y sólo a ella.
Ninguna otra mujer podría competir con Nas, y eso le asustaba muchísimo.
Nastasia Leokov ha amado abiertamente a Vik toda su vida. Se ha entregado a él en cuerpo y alma y durante mucho tiempo, ha decidido que si el dulce y guapo -aunque distante- Vik no estaba preparado para el compromiso, le daría tiempo. Hasta ahora.
El tiempo se ha acabado para Vik. Nas corta el cordon. Se toma una decisión. Recuperar a Nas no será fácil, pero Vik se da cuenta rápidamente de que no puede perderla.
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